Entre las cortinas: Autorretrato dedicado a Leon Trotsky, (Between the Curtains: Self-Portrait Dedicated to Leon Trotsky) 1937





Frida Kahlo (Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón), 
Cayoacán, Ciudad de México, 1907-1954.
Óleo sobre masonita
30 x 24 in (76,2 x 61 cm)
The National Museum of Women In the Arts
Washintong DC. EEUU. (Fundado en 1981 en Washington D. C. por Wilhelmina Cole y su esposo Wallace F. Holladay)
Donada por Clare Boothe Luce.

Exposiciones: Frida Kahlo, Tate Modern, London, 2005; The World of Frida Kahlo, Schirn Kunsthalle, Frankfurt, Germany; The Museum of Fine Arts, Houston, Texas, 1993; Galería de Arte Contemporaneo, México City, 1953. Exposición Arte Moderno de México (1900-1950), Julio 2000, Colegio San Ildefonso, procedente de sus dos sedes anteriores en Ottawa y Montreal, Canadá.



Frida Kahlo es conocida por crear una estética juiciosa y a veces chocante reflejada en sus autorretratos que evidencian la ideología política, su identidad cultural y su turbulenta vida personal.
Frida fue la tercera hija del matrimonio de su padre un húngaro alemán-judío y su madre una mexicana mestiza. Aunque su objetivo no era ser una artista, sufrió de Polio cuando tenía 15 años y logró sobrevivir. Tres años después sufrió un accidente siendo atropellada por un autobús.   Estuvo postrada durante un año recuperándose de sus heridas y fracturas múltiples.
Durante toda su vida vivió en constante dolor, falleciendo a la edad de 47 años.

Durante su periodo de recuperación Kahlo comenzó a pintar en  óleo, su padre le obsequiaba pinceles e inicia su pintura con ingenuos autorretratos y naturalezas muertas relacionadas a las formas del folklore mexicano que tanto le gustaba. Su temática en sus comienzos fue una pintura con realismo detallista, muy ligado a la tradición retratista criolla pero con un vuelco hacia la pintura Naif.

En 1928 se afilia al Partico Comunista donde conoce a Diego Rivera. En 1929 se casó con el muralista mexicano, quien con su alcance en el activismo político complementó su arte.
Las infidelidades de su esposo hicieron muy volátil la relación entre ambos divorciándose y casándose de nuevo al paso en que la salud de Frida se deterioraba.

A partir de 1937 su pintura coincidiendo con sus tormentosas y obsesivas relaciones con Diego Rivera se consolida en plenitud con sus diversos autorretratos.

Diego y Frida viajaron por los Estados Unidos y Europa donde Frida tuvo la oportunidad de reunirse con muchas figuras de las artes y la política. En 1938 tuvo su primera exposición en solitario de sus obras en el Julien Levy Gallery de Nueva York. Disfrutó su reconocimiento internacional a principios de los años 40.
En 1942 expone en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Y comienza a escribir las visiones en su diario, conocimiento que va adquiriendo de sí misma a través de sus autorretratos.

Después de 1950, cuando sus dolencias se agudizaban, la obligan a tratarse con morfina y otras drogas, que alteran su percepción, dando a su pincelada una nueva faceta laxa y suelta que se evidencia en los efectos expresionistas de su utilización del color.

En los años 80 su fama póstuma se hizo vigente con la publicación de numerosos libros relacionados con su obra curados por historiadoras feministas.

Su obra combina la tradición europea de las vanguardias con la visión del arte colonial y la cultura popular mexicana expresada en los elementos que utilizaba.
Después, en 1953 fue su primera exhibición en la Galería de Arte Contemporáneo de México. Y en 1954 fallece en la “Casa Azul” en Coyoacán, lugar de su nacimiento que hoy es el Museo Frida Kahlo.

Cuando Trosky fue mandado al exilio por Stalin en 1936, Diego Rivera convenció al presidente  de México en ese entonces , Lázaro Cárdenas de dar asilo político a Trostky y su esposa Natalia Sedova. Cuando llegaron a México fueron atendidos por Frida albergándolos en la Casa Azul en Coyoacán.  Tras el término de un affair secreto entre Trotsky y ella en 1937, Frida pinta este autorretrato y se lo regala a Trotsky quien lo cuelga en su estudio.
En 1939, la pareja deja la Casa Azul, y la esposa de Trotsky, consiente de que su esposo había sobrepasado la relación platónica con Frida, le disgustaba mucho el retrato que posteriormente colgaría en su estudio, puesto que le recordaba la traición de su marido y por sobre todo el cinismo de Frida de querer estar presente de manera permanente en su casa, por lo que Trotsky lo rechaza y lo deja atrás a petición de su esposa. En 1940, Kahlo decide venderlo a la diplomática estadounidense Clare Booth Luce, quién fue amiga de Frida por muchos años y que posteriormente lo dona al Museo Nacional de las Mujeres en el Arte en Washington D.C., en donde forma parte de la exposición permanente.

Frida no era una pintora surrealista, sus cuadros lo demuestran en un ejercicio de introspección donde los principales elementos en sus cuadros, son animales, vegetación (siempre tropical, exuberante en donde se destacan los cactus y otras plantas mexicanas), la soledad, la tragedia, el desamor  y la infidelidad entre otras temáticas. Y al haber sido parte de la extravagante exposición “Mexique” con André Bretón, se le catalogó como pintora surrealista por lo que ella misma lo rechazó. Al mismo tiempo se le podría encasillar como una pintora vanguardista, pero su realismo que transmite emociones tampoco era como la pintura costumbrista que se venía haciendo en México por esos años. Aunque pueda ser inclasificable en una sola categoría artística, hay en su pintura una característica nacionalista o mexicanismo, que se hace notar en la preponderancia de la exaltación de su origen mexicano entremezclado con la tradición tehuana.
Sus cuadros son narración pictórica de su biografía, desde su nacimiento, su genealogía, su enfermedad, juventud, accidente, recuperación, casamiento, viajes, abortos e infidelidades.
Existe una gran dicotomía entre los retratos de Frida, divididos por su matrimonio, en donde los que lo preceden cuentan con ingenuidad y con un deseo por agradar, mientras que en los segundos albergan toda la fuerza expresiva de sus sentimientos y frustraciones.

En el retrato se puede distinguir una Frida seductora y bella, mirando directamente al espectador. Todas sus obras de autorretrato hechas después de 1925 tras su accidente que la obliga a pintarse con un espejo y  su mirada penetrante se debe a ese factor que es autobiográfico y simbólico en el descubrimiento de ella misma.
En todos sus autorretratos adquiere una carga reveladora el atuendo y el pelo, que nos proporciona su estado de ánimo, ya sea una actitud de lucha, desesperación, o complacencia.  El pelo, adquiere en este sentido un real significado del ánimo, en su peinado se puede entrever la rebeldía y desazón manifestadas en el tocado. Su reinvención como personaje en sus pinturas se hace dinámico con la simbología que persiguen los adornos en sus peinados.

Los vestidos de Frida alternaban con sus orígenes utilizando los típicos vestidos mexicanos de tehuana y guaraches indígenas en contraste con otros más europeos demostrando el intento por cubrir su desgraciado cuerpo.

Sus ropas en colores cálidos y entre las cortinas de color blanco, llevando las vestimentas típicas de las mujeres mexicanas del sur y sus cabellos entrelazados en trenzas sujetas. Las flores son una parte muy importante en las pinturas de Kahlo, se puede apreciar que no sólo su tocado lleva flores, sino que también entre sus manos juntas lleva un pequeño ramillete de flores. Ya que encuentra en el color de la naturaleza la identidad de la cultura mexicana y su relación con la vida y la muerte, honrar el pasado, el rito de recordar los seres queridos , y la celebración, así mismo como las referencias precolombinas abundan en los objetos, dioses joyas e instrumentos.

Los motivos de su falda y de su mantilla así como sus accesorios, son los detalles de color que se aprecia en sí misma,  distintos a otras obras como Autorretrato con collar de espinas  de 1940 en donde la potencia del negro es contraria al patón cromático del recuerdo de una aventura amorosa, como es la obra en cuestión.
Los objetos y animales domésticos que usualmente la rodean como por ejemplo en la obra Autorretrato con monos de 1943 son el claro ejemplo de una necesidad por llenar el vació y la soledad.
Cabe mencionar un aspecto que llama la atención por la recurrencia en su pintura en donde su rostro siempre aparece sereno o serio, con una leve mirada de desconfianza, pero jamás sonríe, característica que se repite en la mayoría de sus autorretratos.

En último lugar una de las particularidades de esta obra es que al igual que en otras obras desde 1937 a 1940 se puede visualizar una deliberada reiteración de billetitos o referencias escritas, ya sean cartas con dedicatorias, lazos, guirnaldas llevadas por palomas o escritos explícitos en el mismo cuadro. Como se puede asimilar sostenida por sus manos juntas sosteniendo un ramillete de flores a la vez, una nota a Trotsky que dice: “Para León Trotsky, con todo mi amor, le dedico este cuadro el 7 de noviembre de 1937. Frida Kahlo en San Miguel, México”.

Bibliografía










Comentarios